domingo, 22 de junio de 2014

SALMO Nº 3, PARA OBTENER DE DIOS SU ESCUDO PROTECTOR Y AYUDA CONTRA ENEMIGOS


SALMO 3 
 
Tú, Señor, eres mi escudo protector
 
3:1 Salmo de David. Cuando huía de su hijo Absalón.
3:2 Señor, ¡qué numerosos son mis adversarios,
cuántos los que se levantan contra mí!
3:3 ¡Cuántos son los que dicen de mí:
"Dios ya no quiere salvarlo"!

3:4 Pero tú eres mi escudo protector y mi gloria,
tú mantienes erguida mi cabeza.

3:5 Invoco al Señor en alta voz
y él me responde desde su santa Montaña.
3:6 Yo me acuesto y me duermo,
y me despierto tranquilo
porque el Señor me sostiene.

 
3:7 No temo a la multitud innumerable,
apostada contra mí por todas partes.

3:8 ¡Levántate, Señor!
¡Sálvame, Dios mío!
Tú golpeas en la mejilla a mis enemigos
y rompes los dientes de los malvados.

3:9 ¡En ti, Señor, está la salvación,
y tu bendición sobre tu pueblo!
 
 
 

viernes, 6 de junio de 2014

SALMO Nº 2 PARA ENCONTRAR FUERZA Y REFUGIO EN DIOS ANTE LAS ADVERSIDADES

 
El rey davídico, figura del Mesías

La rebelión de los reyes vasallos
2:1 ¿Por qué se amotinan las naciones
y los pueblos hacen vanos proyectos?
2:2 Los reyes de la tierra se sublevan,
y los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Ungido:
2:3 "Rompamos sus ataduras,
librémonos de su yugo".

El Señor, defensor de su Ungido

2:
4 El que reina en el cielo se sonríe;
el Señor se burla de ellos.
2:5 Luego los increpa airadamente
y los aterra con su furor:
2:6 "Yo mismo establecí a mi Rey
en Sión, mi santa Montaña".

Los privilegios del Rey

2:7 Voy a proclamar el decreto del Señor:
Él me ha dicho: "Tú eres mi hijo,
yo te he engendrado hoy.
2:8 Pídeme, y te daré las naciones como herencia,
y como propiedad, los confines de la tierra.
2:9 Los quebrarás con un cetro de hierro, 

        los destrozarás como a un vaso de arcilla".

Advertencia contra los rebeldes

2:
10 Por eso, reyes, sean prudentes;
aprendan, gobernantes de la tierra.
2:11 Sirvan al Señor con temor;
2:12 temblando, ríndanle homenaje,
no sea que se irrite y vayan a la ruina,
porque su enojo se enciende en un instante.
¡Felices los que se refugian en él!