martes, 2 de octubre de 2012

REFLEXIÓN Y ORACIÓN PARA EL 2 DE OCTUBRE


Dice tu Angel hoy:


Hoy es el día que la iglesia consagra a los Ángeles de la guarda, el cielo y la tierra celebran en este día a las miríadas de ángeles de la guarda colocados al lado de los hombres. Repite a menudo, a lo largo de este día de fiesta, este canto: “Bendecid, ángeles del Señor, al Señor, alabadlo y ensalzadlo por los siglos” (Dan 3, 59). Y reza por la multitud de ángeles custodios que son compañeros de eternidad de almas que no creen, estos ángeles lloran sin cesar, son desgraciados. Pide al Señor que convierta a sus protegidos para que ellos también puedan ser felices, como yo lo soy a tu lado.
 
En este día, al comienzo de la misa de los santos ángeles de la guarda, la Iglesia pide al Señor por vosotros, para que os aseguréis el “don de la protección y la alegría de vivir en nuestra compañía para siempre”. Nosotros damos a todo ser humano, ya sea grande o pequeño, pobre o rico, sus cartas de grandeza. Jesús lo subraya diciendo: “Guardaos de despreciar a uno de estos pequeños, pues os digo que sus ángeles en los Cielos están viendo sin cesar el rostro de mi Padre que esta en los Cielos” (Mt 18, 10).
A lo largo de tu peregrinaje en la tierra, yo estaré en todo momento guiándote, continuare fielmente protegiéndote. Por ello, participa de todo corazón de mi alabanza constante y confíate a mí en las horas de peligro y de tentación. Piensa que yo obedezco con amor la orden que el Señor me ha dado, la misión de guardarte en todo momento y en todos sus caminos (ver Sal 90).
 
 
 
 
 
 
ORACIÓN AL ÁNGEL GUARDIÁN
 
Oh santo Angel de Dios
a cuya guarda he sido confiado
por una providencia misericordiosa,
te doy gracias por la protección
con que habéis rodeado mi vida temporal y la vida,
aún más preciosa de mi alma.
 
Te doy gracias por lo fielmente que me ayudas,
por tu protección constante,
por tus defensas del los ataques del ángel de las tinieblas.
 
Bendita sea la hora
desde la cual trabajas en mi salvación;
que el corazón de Jesús
lleno de amor por sus hermanos, te recompense.
 
¡Oh! mi Angel tutelar;
cuánto me arrepiento de mis resistencias
a vuestras inspiraciones,
de mi poco respeto por vuestra santa presencia,
de tantas faltas con las cuales os he contristado.
 
Tú, mi mejor y más fiel amigo, perdóname,
no dejes de iluminarme, de guiarme y de reprenderme.
 
No me abandones un solo instante
hasta aquel que sea el último de mi vida
y que entonces mi alma llevada sobre vuestras alas, encuentre misericordia ante su Juez
y la eterna paz entre los elegidos por Dios.
 
Amén.
 
 
(Oración de Santa Gertrudis)
 
 



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