Cuando perdido en la vida
y alejado de mi casa,
andaba por los caminos
sin saber por dónde andaba,
tú caminabas conmigo
al ritmo de mi sandalia.
Cuando perdido en la noche,
tenía frío en el alma,
tú caminabas conmigo
hasta el despertar del alba.
Cuando estrellado en el muro
y cercado por la valla,
me sentía prisionero
sin la libertad soñada,
tú caminabas conmigo,
deshaciendo la alambrada.
Siempre estuviste en mi vida
como el sol de la mañana,
como la luna en la noche,
como el mar sobre la playa,
siempre estuviste a mi lado,
animando mi esperanza.
Por ti volvió mi Jesús
a ser el centro de mi alma.
Y, por eso, te doy gracias
angelito de mi guarda.
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